TERMINOS NIETZSCHE
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TERMINOS NIETZSCHE
1. Dionisiaco.
Según Nietzsche en el espíritu griego existieron dos tendencias contrarias:
- apolínea, del dios Apolo, favorable a la luz, la razón, la medida… Cuando nos dejamos llevar por el punto de vista apolíneo atribuimos al mundo un orden y un sentido.
- dionisiaca, del dios Dionisos, asociado a la oscuridad, los instintos, el éxtasis… Cuando domina en nosotros lo dionisiaco vemos que el mundo no es más que caos y azar.
Para Nietzsche y Schopenhauer el arte era algo más que mero entretenimiento, era una forma de descifrar la verdadera realidad del mundo, lo que el mundo verdaderamente es. Una de las formas artísticas más admirables para Nietzsche era la tragedia griega: género que mezclaba teatro, música, danza, sabiduría…
En El nacimiento de la tragedia Nietzsche afirma que en la tragedia (especialmente en Esquilo) el espíritu griego supo equilibrar las tendencias apolínea y dionisiaca. Es decir, partiendo del hecho de que el Universo es un caos dionisiaco en el que el destino del hombre depende del azar y carece de sentido, los griegos, mediante la tragedia, supieron crear belleza y armonía.
La decadencia del espíritu y del pensamiento griego llegó cuando Platón negó la realidad del mundo sensible, el dionisiaco, (sombras en el fondo de una caverna) y se inventó uno aparte, el mundo inteligible, el verdaderamente real, donde todo respondía a los ideales apolíneos de perfección, inmutabilidad, orden, medida, eternidad… (las características propias del ser de Parménides).
Según Nietzsche, fue la debilidad y la cobardía ante el “mundo aparente”, un mundo en el que hemos de morir, lo que hizo que Platón inventase ese otro mundo donde somos almas inmortales rodeadas de perfección. A esta tendencia del espíritu se le denomina nihilismo.
La invención del mundo inteligible se prolongó a lo largo de la historia de la filosofía en las ideas del cristianismo, las ideas innatas de Descartes o en el noúmeno de Kant, por ejemplo.
2. Inocencia del devenir
La inocencia del devenir es una concepción del mundo opuesta a toda interpretación moral, cristiana, más allá del bien y del mal. Tanto los griegos como el cristianismo juzgaron la existencia como culpable. La diferencia estriba en que para los griegos la responsabilidad es de los dioses mientras que para el cristianismo es de los hombres. Recuérdese como Homero cuenta cómo los dioses toman sobre sí la responsabilidad de la locura que inspira a los hombres y recuérdese cómo el Nuevo Testamento hace responsable al hombre de la locura de un Dios que se pone en la cruz. Ambas soluciones son nihilistas pues suponen una condena de la vida pero la solución griega es incomparablemente más hermosa.
Realmente, el problema no está en quién sea el responsable del caos y el sinsentido de esta existencia sino en comprender si la existencia ¿es culpable o inocente?. En este caso Dionisos ha hallado su verdad múltiple: la inocencia de la pluralidad, la inocencia del devenir y de lo que es.
3. Nihilismo
De “nihil” nada. Actitud vital y filosófica que niega todo valor a la existencia, o que hace girar la existencia alrededor de algo inexistente. La idea nietzscheana del nihilismo es compleja:
1.
Nihilismo como decadencia vital: Toda la cultura occidental, es nihilista pues dirige toda su pasión y esperanzas a algo inexistente (el Dios cristiano, el Mundo Ideal y Racional de los filósofos), despreciando de modo indirecto la única realidad existente, la realidad del mundo que se ofrece a los sentidos, la realidad de la vida. En Así habló Zaratustra representa Nietzsche este modo de mostrarse el espíritu con la figura del camello, símbolo de la aceptación resignada de las mayores cargas.
2.
Nihilismo activo: es también nihilista la filosofía que intenta mostrar cómo los valores dominantes son una pura nada, una invención; la filosofía nietzscheana es nihilista en este sentido pues propone la destrucción completa de todos los valores vigentes y su sustitución por otros radicalmente nuevos (propone la “transmutación de todos los valores”). Este nihilismo es una fase necesaria para la aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, para el reencuentro con el “sentido de la tierra”, la aparición de una nueva moral y de un nuevo hombre, el superhombre. En Así habló Zaratustra representa esta figura del espíritu con la metáfora del león (por su agresividad, su capacidad destructiva).
3.
Nihilismo pasivo . El “nihilista pasivo” no cree en ningún valor, puesto que considera que todo valor es posible sólo si Dios existe, y Dios no existe; termina en la desesperación, la inacción, la renuncia al deseo, el suicidio. Aquél que dijese que si Dios no existe todo está permitido, aquél que desesperase de la vida y se levantase en contra de ella por considerar que ésta solo puede tener su fundamento en algo ajeno de ella y que dicho fundamento no existe, ese sería también nihilista. Es el “último hombre” de Así habló Zaratustra
4. Mundo aparente
Nietzsche llama platonismo a toda teoría para la que la realidad está escindida en dos mundos: un mundo verdadero, dado a la razón, inmutable y objetivo, y un mundo aparente, dado a los sentidos, cambiante y subjetivo. Al mundo verdadero en Platón le corresponde la eternidad y se relaciona con el bien y el alma mientras que al mundo aparente le corresponden el nacimiento y la muerte y se relaciona con el mal y el cuerpo. El platonismo es una filosofía producto de una nefasta influencia del lenguaje, que busca siempre sustancias donde sólo hay devenir y una enfermedad de la vida misma: sólo individuos con un tono vital bajo pueden creer en la fantasmagoría de un mundo trascendente: la cultura occidental se inventa un mundo verdadero (objetivado en Dios gracias al cristianismo) para encontrar consuelo ante lo terrible del único mundo existente, el mundo dionisíaco.
El hecho de que el artista ame más la apariencia que el mundo real no significa que se coloque del lado de la metafísica y del cristianismo. El artista trágico ama la apariencia en el sentido en que dice sí a lo terrible de la vida, es dionisíaco. En la apariencia del arte, la vida misma se transfigura. El artista es el que intenta abrir nuevas posibilidades en el mundo, el que intenta hacer de la vida una obra de arte.
Nietzsche también afirma en su breve historia de la metafísica del capítulo “¿Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula?” que una vez que hemos perdido el mundo verdadero tampoco nos queda el mundo aparente. Hay que empezar de cero.
5. Transmutación de los valores
En La genealogía de la moral aborda Nietzsche la crítica de la moral cristiana a partir del estudio del origen de los valores. Para ello, emplea el método genealógico, consistente en una investigación etimológica e histórica de la evolución de los conceptos morales, del bien y del mal:
1. En la Grecia heroica de Homero el bueno era el fuerte, el apasionado, el poderoso, el guerrero, el creador de valores. A partir de Sócrates y Platón, el pesimismo nihilista comienza a ganar a los griegos. El bueno es aquel que renuncia a la vida, a las pasiones y al cuerpo en favor de un mundo de las Ideas inexistente.
2. Judaísmo y cristianismo, apoyados en el platonismo, son el origen de una nueva moral cuya característica fundamental es el resentimiento. Este consiste en condenar la vida porque se es impotente para vivirla. Judaísmo y cristianismo llevan a cabo una inversión de los valores de la Grecia heroica: A partir de ahora los buenos son los obedientes, los mansos, los sumisos, los débiles, los impotentes, los abstinentes, los enfermos, los pobres, los miserables, los deformes. Por el contrario, ahora pasan a ser malos los superiores, los orgullosos, los fuertes, los poderosos, los héroes. Frente a la moral heroica de los antiguos griegos la moral cristiana es una moral de esclavos.
3. Nietzsche propone una nueva inversión de los valores, una transmutación de los valores. La moral cristiana del resentimiento, de condena de la vida, sería sustituida por una moral sana que se guía por valores que dicen “sí” a la vida, a las pasiones y a los instintos. El abanderado de esta nueva moral sería el superhombre, aquel capaz de asumir la muerte de Dios, la “pesada carga” del eterno retorno y de “espiritualizar las pasiones”.
6. Moral contranatural
La moral tradicional (la moral cristiana) es “antinatural” pues presenta leyes que van en contra de las tendencias primordiales de la vida, es una moral de resentimiento contra los instintos y el mundo biológico y natural. Esto se ve claramente en la obsesión de la moral occidental por limitar el papel del cuerpo y la sexualidad, que está presente en la filosofía socrático-platónica y, principalmente, en el cristianismo. Éste ha inventado las ideas de pecado y libertad. La idea de pecado es una de las ideas más enfermizas inventadas por la cultura occidental: con ella el sujeto sufre y se aniquila a partir, sin embargo, de algo ficticio; no existe ningún Dios al que tengamos que rendir cuentas por nuestra conducta, sin embargo el cristiano se siente culpable ante los ojos de Dios, se siente observado, cuestionado, valorado por un Dios inexistente, del que incluso espera un castigo. El cristianismo (y todo el moralismo occidental) tiene necesidad de la noción de libertad: para poder hacer culpables a las personas es necesario antes hacerlas responsables de sus acciones. El cristianismo cree en la libertad de las personas para poder castigarlas.
A la moral contranatural se opone la moral sana. Moral sana es la que se guía por valores que dicen “sí” a la vida, las pasiones, lo corporal, lo instintivo. Es lo opuesto a la moral platónica y cristiana que han declarado la guerra a las pasiones. La moral sana no busca la aniquilación de las pasiones como la moral contranatural sino la espiritualización de las mismas. Frente a la moral contranatural cuyo ideal es el castrado ideal en la moral sana el ideal es la afirmación de la vida.
Según Nietzsche en el espíritu griego existieron dos tendencias contrarias:
- apolínea, del dios Apolo, favorable a la luz, la razón, la medida… Cuando nos dejamos llevar por el punto de vista apolíneo atribuimos al mundo un orden y un sentido.
- dionisiaca, del dios Dionisos, asociado a la oscuridad, los instintos, el éxtasis… Cuando domina en nosotros lo dionisiaco vemos que el mundo no es más que caos y azar.
Para Nietzsche y Schopenhauer el arte era algo más que mero entretenimiento, era una forma de descifrar la verdadera realidad del mundo, lo que el mundo verdaderamente es. Una de las formas artísticas más admirables para Nietzsche era la tragedia griega: género que mezclaba teatro, música, danza, sabiduría…
En El nacimiento de la tragedia Nietzsche afirma que en la tragedia (especialmente en Esquilo) el espíritu griego supo equilibrar las tendencias apolínea y dionisiaca. Es decir, partiendo del hecho de que el Universo es un caos dionisiaco en el que el destino del hombre depende del azar y carece de sentido, los griegos, mediante la tragedia, supieron crear belleza y armonía.
La decadencia del espíritu y del pensamiento griego llegó cuando Platón negó la realidad del mundo sensible, el dionisiaco, (sombras en el fondo de una caverna) y se inventó uno aparte, el mundo inteligible, el verdaderamente real, donde todo respondía a los ideales apolíneos de perfección, inmutabilidad, orden, medida, eternidad… (las características propias del ser de Parménides).
Según Nietzsche, fue la debilidad y la cobardía ante el “mundo aparente”, un mundo en el que hemos de morir, lo que hizo que Platón inventase ese otro mundo donde somos almas inmortales rodeadas de perfección. A esta tendencia del espíritu se le denomina nihilismo.
La invención del mundo inteligible se prolongó a lo largo de la historia de la filosofía en las ideas del cristianismo, las ideas innatas de Descartes o en el noúmeno de Kant, por ejemplo.
2. Inocencia del devenir
La inocencia del devenir es una concepción del mundo opuesta a toda interpretación moral, cristiana, más allá del bien y del mal. Tanto los griegos como el cristianismo juzgaron la existencia como culpable. La diferencia estriba en que para los griegos la responsabilidad es de los dioses mientras que para el cristianismo es de los hombres. Recuérdese como Homero cuenta cómo los dioses toman sobre sí la responsabilidad de la locura que inspira a los hombres y recuérdese cómo el Nuevo Testamento hace responsable al hombre de la locura de un Dios que se pone en la cruz. Ambas soluciones son nihilistas pues suponen una condena de la vida pero la solución griega es incomparablemente más hermosa.
Realmente, el problema no está en quién sea el responsable del caos y el sinsentido de esta existencia sino en comprender si la existencia ¿es culpable o inocente?. En este caso Dionisos ha hallado su verdad múltiple: la inocencia de la pluralidad, la inocencia del devenir y de lo que es.
3. Nihilismo
De “nihil” nada. Actitud vital y filosófica que niega todo valor a la existencia, o que hace girar la existencia alrededor de algo inexistente. La idea nietzscheana del nihilismo es compleja:
1.
Nihilismo como decadencia vital: Toda la cultura occidental, es nihilista pues dirige toda su pasión y esperanzas a algo inexistente (el Dios cristiano, el Mundo Ideal y Racional de los filósofos), despreciando de modo indirecto la única realidad existente, la realidad del mundo que se ofrece a los sentidos, la realidad de la vida. En Así habló Zaratustra representa Nietzsche este modo de mostrarse el espíritu con la figura del camello, símbolo de la aceptación resignada de las mayores cargas.
2.
Nihilismo activo: es también nihilista la filosofía que intenta mostrar cómo los valores dominantes son una pura nada, una invención; la filosofía nietzscheana es nihilista en este sentido pues propone la destrucción completa de todos los valores vigentes y su sustitución por otros radicalmente nuevos (propone la “transmutación de todos los valores”). Este nihilismo es una fase necesaria para la aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, para el reencuentro con el “sentido de la tierra”, la aparición de una nueva moral y de un nuevo hombre, el superhombre. En Así habló Zaratustra representa esta figura del espíritu con la metáfora del león (por su agresividad, su capacidad destructiva).
3.
Nihilismo pasivo . El “nihilista pasivo” no cree en ningún valor, puesto que considera que todo valor es posible sólo si Dios existe, y Dios no existe; termina en la desesperación, la inacción, la renuncia al deseo, el suicidio. Aquél que dijese que si Dios no existe todo está permitido, aquél que desesperase de la vida y se levantase en contra de ella por considerar que ésta solo puede tener su fundamento en algo ajeno de ella y que dicho fundamento no existe, ese sería también nihilista. Es el “último hombre” de Así habló Zaratustra
4. Mundo aparente
Nietzsche llama platonismo a toda teoría para la que la realidad está escindida en dos mundos: un mundo verdadero, dado a la razón, inmutable y objetivo, y un mundo aparente, dado a los sentidos, cambiante y subjetivo. Al mundo verdadero en Platón le corresponde la eternidad y se relaciona con el bien y el alma mientras que al mundo aparente le corresponden el nacimiento y la muerte y se relaciona con el mal y el cuerpo. El platonismo es una filosofía producto de una nefasta influencia del lenguaje, que busca siempre sustancias donde sólo hay devenir y una enfermedad de la vida misma: sólo individuos con un tono vital bajo pueden creer en la fantasmagoría de un mundo trascendente: la cultura occidental se inventa un mundo verdadero (objetivado en Dios gracias al cristianismo) para encontrar consuelo ante lo terrible del único mundo existente, el mundo dionisíaco.
El hecho de que el artista ame más la apariencia que el mundo real no significa que se coloque del lado de la metafísica y del cristianismo. El artista trágico ama la apariencia en el sentido en que dice sí a lo terrible de la vida, es dionisíaco. En la apariencia del arte, la vida misma se transfigura. El artista es el que intenta abrir nuevas posibilidades en el mundo, el que intenta hacer de la vida una obra de arte.
Nietzsche también afirma en su breve historia de la metafísica del capítulo “¿Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula?” que una vez que hemos perdido el mundo verdadero tampoco nos queda el mundo aparente. Hay que empezar de cero.
5. Transmutación de los valores
En La genealogía de la moral aborda Nietzsche la crítica de la moral cristiana a partir del estudio del origen de los valores. Para ello, emplea el método genealógico, consistente en una investigación etimológica e histórica de la evolución de los conceptos morales, del bien y del mal:
1. En la Grecia heroica de Homero el bueno era el fuerte, el apasionado, el poderoso, el guerrero, el creador de valores. A partir de Sócrates y Platón, el pesimismo nihilista comienza a ganar a los griegos. El bueno es aquel que renuncia a la vida, a las pasiones y al cuerpo en favor de un mundo de las Ideas inexistente.
2. Judaísmo y cristianismo, apoyados en el platonismo, son el origen de una nueva moral cuya característica fundamental es el resentimiento. Este consiste en condenar la vida porque se es impotente para vivirla. Judaísmo y cristianismo llevan a cabo una inversión de los valores de la Grecia heroica: A partir de ahora los buenos son los obedientes, los mansos, los sumisos, los débiles, los impotentes, los abstinentes, los enfermos, los pobres, los miserables, los deformes. Por el contrario, ahora pasan a ser malos los superiores, los orgullosos, los fuertes, los poderosos, los héroes. Frente a la moral heroica de los antiguos griegos la moral cristiana es una moral de esclavos.
3. Nietzsche propone una nueva inversión de los valores, una transmutación de los valores. La moral cristiana del resentimiento, de condena de la vida, sería sustituida por una moral sana que se guía por valores que dicen “sí” a la vida, a las pasiones y a los instintos. El abanderado de esta nueva moral sería el superhombre, aquel capaz de asumir la muerte de Dios, la “pesada carga” del eterno retorno y de “espiritualizar las pasiones”.
6. Moral contranatural
La moral tradicional (la moral cristiana) es “antinatural” pues presenta leyes que van en contra de las tendencias primordiales de la vida, es una moral de resentimiento contra los instintos y el mundo biológico y natural. Esto se ve claramente en la obsesión de la moral occidental por limitar el papel del cuerpo y la sexualidad, que está presente en la filosofía socrático-platónica y, principalmente, en el cristianismo. Éste ha inventado las ideas de pecado y libertad. La idea de pecado es una de las ideas más enfermizas inventadas por la cultura occidental: con ella el sujeto sufre y se aniquila a partir, sin embargo, de algo ficticio; no existe ningún Dios al que tengamos que rendir cuentas por nuestra conducta, sin embargo el cristiano se siente culpable ante los ojos de Dios, se siente observado, cuestionado, valorado por un Dios inexistente, del que incluso espera un castigo. El cristianismo (y todo el moralismo occidental) tiene necesidad de la noción de libertad: para poder hacer culpables a las personas es necesario antes hacerlas responsables de sus acciones. El cristianismo cree en la libertad de las personas para poder castigarlas.
A la moral contranatural se opone la moral sana. Moral sana es la que se guía por valores que dicen “sí” a la vida, las pasiones, lo corporal, lo instintivo. Es lo opuesto a la moral platónica y cristiana que han declarado la guerra a las pasiones. La moral sana no busca la aniquilación de las pasiones como la moral contranatural sino la espiritualización de las mismas. Frente a la moral contranatural cuyo ideal es el castrado ideal en la moral sana el ideal es la afirmación de la vida.
alasenlaspatas- Mensajes : 118
Fecha de inscripción : 17/11/2008
Re: TERMINOS NIETZSCHE
menos mal que es majo que si no >.>
Kelly- Mensajes : 200
Fecha de inscripción : 13/11/2008
Edad : 33
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